Por su gran interés humano y solidario copiamos a continuación una entrevista aparecida en el Diario La Verdad de Murcia el pasado día 28 de noviembre de 2010, realizada por Javier Pérez Parra:
La madre coraje
Carmen Gil, presidenta de Famdif desde hace 8 años, está decidida a no callarse frente a los recortes sociales
Su vida cambió cuando, hace 15 años, tuvo una hija con espina bífida; fue su puerta de entrada al movimiento asociativo
«Ha sufrido muchísimo estos días; se han dicho cosas muy injustas», confiesan en su entorno
Está deseando Carmen Gil que pase la tormenta de una vez por todas para poder juntar a los amigos en su casa en torno a un buen arroz y conejo. Pero desde hace una semana no ha tenido ni un minuto libre, no ya para preparar sus berenjenas a la crema, con las que sus íntimos se chupan los dedos, sino casi ni para reponer fuerzas con un simple tentempié. «¿Carmen, has comido?», le preguntan sus compañeros, ya preocupados, a las cinco, las seis o las siete de la tarde. Y ella: «No, todavía no. Ahora, en un rato». Así lleva desde que los presupuestos de la Comunidad Autónoma cayeron como una losa sobre la Federación de Asociaciones de Discapacitados Físicos y Orgánicos de la Región (Famdif), organización de 13.000 socios que ella dirige desde hace ocho años y por la que está dispuesta -y eso no lo discuten ni sus críticos- a dejarse la piel si es necesario.
Murciana de pura cepa, tenaz, impulsiva, vehemente, luchadora. Ni la han callado ni la van a hacer callar. No hasta que tenga encima de la mesa un compromiso claro e inequívoco de que los recortes no supondrán una sentencia de muerte para su organización ni se quedarán tirados los más de 26.000 discapacitados a los que atiende Famdif.
Si hace quince años le hubiesen dicho que el movimiento asociativo iba a ser su vida, hasta el punto de ocuparle prácticamente las 24 horas del día, como ha ocurrido en estas últimas jornadas, no se lo hubiese creído. Por aquel entonces era peluquera, sin relación alguna con el mundo de las asociaciones más allá de la vinculación -que le viene de familia- con las cofradías del Cristo del Perdón y de La Sangre, con la peña La Pava y con los Moros y Cristianos, en el grupo Caballeros y Damas del Temple. Con el nacimiento de su segunda hija, su vida dio un vuelco. El bebé nació con espina bífida, una malformación congénita de la columna vertebral que tiene graves consecuencias neurológicas. Dejó la peluquería para ocuparse de la pequeña, y entró en contacto con la Asociación Murciana de Padres e Hijos con Espina Bífida (AMUPHEB). Su gratitud hacia la ayuda que le brindaron en aquellos momentos de confusión y miedos se convirtió pronto en compromiso y en el deseo de ayudar a quienes en el futuro pasasen por lo mismo que ella.
Hace diez años, Carmen Gil dio un paso más, y se convirtió en vicepresidenta de Famdif (federación de la que forma parte Amupheb) con Diego Manzano de presidente. Su muerte, dos años después, fue un duro golpe para Carmen, que le sustituyó en la presidencia. Fue hace ocho años, y ahí sigue Gil, al pie del cañón.
Un auténtico mazazo
Pero el auténtico mazazo le llegó a esta mujer vital y luchadora con la muerte de su hija enferma y su marido, hace nueve años, en un accidente. Fue una bofetada tremenda de la vida que a muchos otros habría tumbado para siempre. Pero ella se sobrepuso, decidida a sacar adelante a su otra hija, la mayor. El dolor no la encerró en sí misma. Al revés, recuerdan quienes la conocen bien. Su sufrimiento le acercó al sufrimiento de los demás. Su vinculación con Famdif y con los discapacitados se convirtió ya en un compromiso vital.
Y ahí sigue. «Su vida son los discapacitados», contestan invariablemente los presidentes de las asociaciones que componen Famdif cuando se les pregunta por ella. «Somos una gran familia», añaden. Desde luego, parecen una piña, y la tensión de estos días no ha conseguido dividirlos. Al contrario, se han sentido heridos y atacados, y eso les ha unido como nunca. «Carmen ha sufrido muchísimo esta semana, prácticamente no ha dormido», cuentan. No sólo ha visto cómo las subvenciones a Famdif se reducían un 82%. También ha soportado comentarios -muchos malintencionados- desde el momento en que decidió dar la cara y protestar. Su carácter luchador y su fortaleza esconden un punto de vulnerabilidad. «Se han dicho cosas que le han hecho daño, porque son muy injustas», dicen en su entorno.
Muchos no dudan en señalar que se ha puesto en marcha una campaña de desprestigio de las asociaciones como venganza por haber osado protestar. El objetivo sería presentar a estas organizaciones como entes que 'viven del cuento', cuando en realidad «son prestadoras de servicios públicos que la administración no ofrece». El sueldo de Carmen Gil, como coordinadora de programas en Amupheb, no supera los mil euros. Como presidenta de Famdif no cobra nada, porque todos los cargos de la junta directiva son voluntarios.
En las ruedas de prensa, en las comparecencias de estos días, se le ha visto físicamente afectada, pero siempre entera. En privado, se ha desahogado. En mitad de la polémica, el lunes, presentó una revista en conmemoración de los 30 años de vida de Amupheb. Ella invitó a todos los cargos públicos que debían ser invitados. Le hicieron el vacío, y no fue prácticamente ninguno. Pero estuvieron sus familias, sus discapacitados, y para ella sentir su aliento es suficiente para seguir adelante, y para recuperar la alegría. Como cuenta una buena amiga: «Es nuestra madre coraje».
Carmen Gil, presidenta de Famdif desde hace 8 años, está decidida a no callarse frente a los recortes sociales
Su vida cambió cuando, hace 15 años, tuvo una hija con espina bífida; fue su puerta de entrada al movimiento asociativo
«Ha sufrido muchísimo estos días; se han dicho cosas muy injustas», confiesan en su entorno
Está deseando Carmen Gil que pase la tormenta de una vez por todas para poder juntar a los amigos en su casa en torno a un buen arroz y conejo. Pero desde hace una semana no ha tenido ni un minuto libre, no ya para preparar sus berenjenas a la crema, con las que sus íntimos se chupan los dedos, sino casi ni para reponer fuerzas con un simple tentempié. «¿Carmen, has comido?», le preguntan sus compañeros, ya preocupados, a las cinco, las seis o las siete de la tarde. Y ella: «No, todavía no. Ahora, en un rato». Así lleva desde que los presupuestos de la Comunidad Autónoma cayeron como una losa sobre la Federación de Asociaciones de Discapacitados Físicos y Orgánicos de la Región (Famdif), organización de 13.000 socios que ella dirige desde hace ocho años y por la que está dispuesta -y eso no lo discuten ni sus críticos- a dejarse la piel si es necesario.
Murciana de pura cepa, tenaz, impulsiva, vehemente, luchadora. Ni la han callado ni la van a hacer callar. No hasta que tenga encima de la mesa un compromiso claro e inequívoco de que los recortes no supondrán una sentencia de muerte para su organización ni se quedarán tirados los más de 26.000 discapacitados a los que atiende Famdif.
Si hace quince años le hubiesen dicho que el movimiento asociativo iba a ser su vida, hasta el punto de ocuparle prácticamente las 24 horas del día, como ha ocurrido en estas últimas jornadas, no se lo hubiese creído. Por aquel entonces era peluquera, sin relación alguna con el mundo de las asociaciones más allá de la vinculación -que le viene de familia- con las cofradías del Cristo del Perdón y de La Sangre, con la peña La Pava y con los Moros y Cristianos, en el grupo Caballeros y Damas del Temple. Con el nacimiento de su segunda hija, su vida dio un vuelco. El bebé nació con espina bífida, una malformación congénita de la columna vertebral que tiene graves consecuencias neurológicas. Dejó la peluquería para ocuparse de la pequeña, y entró en contacto con la Asociación Murciana de Padres e Hijos con Espina Bífida (AMUPHEB). Su gratitud hacia la ayuda que le brindaron en aquellos momentos de confusión y miedos se convirtió pronto en compromiso y en el deseo de ayudar a quienes en el futuro pasasen por lo mismo que ella.
Hace diez años, Carmen Gil dio un paso más, y se convirtió en vicepresidenta de Famdif (federación de la que forma parte Amupheb) con Diego Manzano de presidente. Su muerte, dos años después, fue un duro golpe para Carmen, que le sustituyó en la presidencia. Fue hace ocho años, y ahí sigue Gil, al pie del cañón.
Un auténtico mazazo
Pero el auténtico mazazo le llegó a esta mujer vital y luchadora con la muerte de su hija enferma y su marido, hace nueve años, en un accidente. Fue una bofetada tremenda de la vida que a muchos otros habría tumbado para siempre. Pero ella se sobrepuso, decidida a sacar adelante a su otra hija, la mayor. El dolor no la encerró en sí misma. Al revés, recuerdan quienes la conocen bien. Su sufrimiento le acercó al sufrimiento de los demás. Su vinculación con Famdif y con los discapacitados se convirtió ya en un compromiso vital.
Y ahí sigue. «Su vida son los discapacitados», contestan invariablemente los presidentes de las asociaciones que componen Famdif cuando se les pregunta por ella. «Somos una gran familia», añaden. Desde luego, parecen una piña, y la tensión de estos días no ha conseguido dividirlos. Al contrario, se han sentido heridos y atacados, y eso les ha unido como nunca. «Carmen ha sufrido muchísimo esta semana, prácticamente no ha dormido», cuentan. No sólo ha visto cómo las subvenciones a Famdif se reducían un 82%. También ha soportado comentarios -muchos malintencionados- desde el momento en que decidió dar la cara y protestar. Su carácter luchador y su fortaleza esconden un punto de vulnerabilidad. «Se han dicho cosas que le han hecho daño, porque son muy injustas», dicen en su entorno.
Muchos no dudan en señalar que se ha puesto en marcha una campaña de desprestigio de las asociaciones como venganza por haber osado protestar. El objetivo sería presentar a estas organizaciones como entes que 'viven del cuento', cuando en realidad «son prestadoras de servicios públicos que la administración no ofrece». El sueldo de Carmen Gil, como coordinadora de programas en Amupheb, no supera los mil euros. Como presidenta de Famdif no cobra nada, porque todos los cargos de la junta directiva son voluntarios.
En las ruedas de prensa, en las comparecencias de estos días, se le ha visto físicamente afectada, pero siempre entera. En privado, se ha desahogado. En mitad de la polémica, el lunes, presentó una revista en conmemoración de los 30 años de vida de Amupheb. Ella invitó a todos los cargos públicos que debían ser invitados. Le hicieron el vacío, y no fue prácticamente ninguno. Pero estuvieron sus familias, sus discapacitados, y para ella sentir su aliento es suficiente para seguir adelante, y para recuperar la alegría. Como cuenta una buena amiga: «Es nuestra madre coraje».