Reproducimos a continuación el discurso pronunciado por el Presidente de la Plataforma del Voluntariado de la Región de Murcia, D. Roberto Barceló Vivancos, en el Acto de entrega de la XI Edición del Premio al Solidario Anónimo, celebrado en el Hemiciclo de Letras, Campus de la Merced, Universidad de Murcia, el día 15 de diciembre de 2010.
En esta XI Edición la premiada ha sido Dª Eulalia Gómez Martínez. Desde aquí nuestra en hora buena.
"Buenas tardes.
Sr. Rector de la Universidad de Murcia, D. José Antonio Cobacho Gómez.
Sr. Vicerrector de Extensión Universitaria, D. Guillermo Díaz Baños.
Sr. Decano de la Facultad de Trabajo Social, D. Enrique Pastor Seller.
Sr. Secretario de la Facultad de Trabajo Social, D. Juan Benito Martínez.
Demás autoridades y representantes de entidades sociales.
Señoras, señores.
Amigos y amigas.
Hoy estamos, un año más, y ya son 11, en este marco de la Universidad de Murcia, para hacer visible de forma pública y reconocida ante la sociedad, la labor de personas cuya vida son ejemplo y modelo de los valores eternos en los cuales debemos reflejar nuestras vidas para reconciliarnos con el ser humano.
Este es un reconocimiento a la SOLIDARIDAD con mayúsculas.
Pero permítanme que les diga que cada año que pasa tengo menos claro que dicha Solidaridad con mayúsculas exista, y no precisamente por quienes de modo individual lo practican, aunque dicha extensión de la generosidad se haga en el marco de una organización cuyos registros sean esos.
Creo que para que se dé la Solidaridad, entendida sin reservas, y rezumante por los poros por los que la sociedad respira, todavía es mucho el tiempo que dista para que así sea.
Tenemos modélicos ejemplos de personas entregadas, como a la que hoy se le reconoce su virtud solidaria, y hay miles y miles y miles de personas en todo el mundo que agrandan sus vidas y las de los demás con su saber estar con sus nobles sentimientos, pero no nos equivoquemos, hacen luz y revientan situaciones de injusticia, discriminación, pobreza y además alimentan como un efecto dominó a muchas otras que estamos necesitados, para que mínimamente podamos emularlos, y para que sus ejemplos hagan que mantengamos nuestras conciencias, todavía, encima de la cabeza, y digo bien, encima de la cabeza.
Si verdaderamente la SOLIDARIDAD formara parte de lo intrínseco de nuestro ser, no sería necesario que instituciones como la Universidad de Murcia, donde se acumula tanto saber y desde donde se proyecta, en gran medida, la sociedad en sus vertientes básicas, como es en lo científico, lo social, lo económico, político y también ético-moral, o entidades como la Plataforma del Voluntariado de la Región de Murcia, aglutinadora de tantas sensibilidades sociales y que a través de sus organizaciones se concentran miles de voluntarios, tengan que, ambas convocar un Premio al Solidario Anónimo para poner de manifiesto la necesidad de ejercer una acción de discriminación positiva que sirva de ejemplo y modelo a otras muchas personas que viven al margen de estos valores.
Desde muy joven se me quedó grabado un slogan que publicitaba consignas no precisamente comerciales y que decía algo así como “Cuando lo extraordinario se ha convertido en ordinario es porque ha habido una revolución”.
Y así es efectivamente, nuestra sociedad está muy lejos de haber convertido en ordinaria la revolución de la solidaridad.
Mientras hablemos de la solidaridad de modo excepcional, tendremos que seguir convocando Premios al Solidario Anónimo; los medios de comunicación seguirán poniendo titulares de personas impregnadas de cualidades humanas no exploradas por la mayoría y que se extiende más allá de la defensa de los propios intereses que son, no cabe la menor duda, legítimos e impregnados de justicia, pero no impregnados de solidaridad; y los ciudadanos en general seguiremos hablando de personas que ejercen los valores humanos más profundos, capaces incluso de renunciar a si para darse a ti, un acto que va más allá de desprenderse uno de lo que no necesita, y no sólo lo que económicamente no necesita, sino también lo que inmaterialmente no se necesita.
Si después de tantos siglos seguimos hablando de ello, como seguimos hablando de modo heroico es que evidentemente todavía no ha nacido el Hombre Nuevo, como preconizaba Erich Fromm.
Un HOMBRE, en mayúsculas, capaz de estar en disposición a renunciar a todas las formas de tener para poder ser plenamente.
Sentir la alegría que causa dar y compartir y no acumular y explotar.
Desarrollar la capacidad de amar, y el pensamiento crítico, no sentimental.
Y, entre otras cosas más, hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo, la meta suprema de vivir.
No es difícil, a veces, confundir la solidaridad con la defensa de los derechos que, como Personas, tenemos. La solidaridad es un concepto más grande, porque trasciende al yo para convertirse en el tú y para empatizar con quien necesita de nosotros.
Hoy, en estos momentos de crisis, algunas, tímidas, han sido las manifestaciones de colectivos sociales que han denunciado y defendido el recorte descarnado de las ayudas que hasta ahora recibían para el cumplimiento de sus fines, y sin más valoraciones debo decir que en ello no había gestos de solidaridad, habían posiblemente defensa justa de sus intereses.
Todavía, y haciendo autocrítica en el espejo, las organizaciones sociales, en su conjunto, tenemos mucho que aprender de solidaridad, aunque muchas de ellas la ejercen hacia quienes entre sus objetivos representan, ejemplos los hay hermosos y limpios. Pero aún así, no son pocas las ocasiones en que nos damos las espaldas a nosotros mismos y buscamos los encuentros marcados por lo que nos puede beneficiar y sólo en esos momentos buscamos la solidaridad de los demás que nosotros no hemos dado. El trabajo en red y desinteresado es una asignatura pendiente.
También las instituciones y administraciones tienen mucho que aprender todavía. Algunas están muy lejos de los verdaderos proyectos desinteresados, muy lejos del verdadero servicio en la defensa de los intereses generales, sino más bien al servicio de los vaivenes de quienes detentan el verdadero poder económico y social y no al servicio de quienes necesitan que se les proteja en equidad. Hoy más que nunca los poderes políticos, rehenes de los poderes económicos, no reparten de forma solidaria y justa; ellos también ejercitan el clientelismo que luego trasladan al mundo ciudadano organizado y éste, en no pocas ocasiones, se deja.
Hoy reconocemos la labor de una persona que toda su vida ha estado marcada por el compartir, la lucha por la igualdad y la espontánea generosidad de los sentimientos. De esas personas que no se dejan llevar por las coyunturas que determinan lo correctamente político, sino lo que correctamente dictamina el corazón y la razón.
Me estoy refiriendo al Premio Solidario Anónimo 2010, Dª Eulalia Gómez Martínez.
Pero permitanme, también, que haga mención a los restantes 5 finalistas, igualmente merecedores de tal distinción, porque quienes dan su vida al servicio del prójimo están todos igualados del reconocimiento y admiración que en las personas de bien deben despertar.
Y me estoy refiriendo a D. Benigno, a Dª Naca Eulalia, a Dª Mª Angeles, a D. Gaspar.
Y he dejado para el final a D. Luis, otro de los merecidos finalistas, quisiera con todo el respeto y elogios hacia los demás, mandarle desde aquí, ya que se encuentra entre nosotros, un abrazo muy fuerte por la admiración y cariño que le tengo, luchador donde los haya y parte también, de la historia cotidiana y limpia de nuestra historia común.
A lo largo de los años he pasado de la ingenuidad a la inocencia y de ésta al escepticismo.
¿Me he hecho mayor?
No lo sé.
Sólo sé que aún a pesar de todo, y con más fuerza sin la menor duda, sigo creyendo en el Hombre con mayúsculas, y sigo creyendo para seguir teniendo esperanza.
Muchas gracias por su atención."